LA PIEDRA DE LA RENGIFO
En el borde sur de la Plazuela Rengifo de la población del mismo nombre, en la localidad de Buin, se encuentra junto a la calle Arturo Prat una extraña y larga piedra de formas sinuosas y cortes intrigantes, distribuidas en todo su pesado volumen. Aunque es obra de la naturaleza, sus detalles parecen casi de una escultura surrealista: observando sus sombras a ciertas horas del día y con determinadas condiciones de luz, además, su aspecto semeja a algo parecido a un cuerpo o forma orgánica retorcida y contraída bajo una tela, pero congelada para siempre en la rigidez de la roca.
La leyenda de la Piedra de la Rengifo o Piedra del Niño, como es llamada, se enreda con otro mito de hispanoamérica cargado de mucha influencia original mexicana, pero arraigado también en buena parte del territorio chileno: la famosa Llorona, mujer proveniente del inframundo y que vaga por las noches lanzando espeluznantes gemidos, los que causan pavor a cada paso, pues su calvario es ir buscando a sus hijos perdidos o fallecidos en circunstancias que la hacían culpable, por un parricidio a causa de celos o despecho. Entre gritos y llantos en la oscuridad, la Llorona se lamenta preguntando por sus hijos, desplegando con ello una fama siniestra y fantasmal muy parecida a las que pesan sobre otros personajes legendarios en Chile, como las míticas Pacullén del mundo indígena y la Calchona del ambiente campesino.
Cuenta la leyenda que la movediza Llorona comenzó a aparecerse también en Buin, buscando eternamente a sus hijos en las noches y hasta secuestrando a algunos de ellos para tratar de compensar su pérdida. Se aparecía como una mujer vestida de blanco, asomando generalmente hacia el borde del río Maipo, en donde habría tenido lugar su drama según la versión local, pues allí ahogó a sus retoños en el pasado durante un ataque de ira e intentando castigar una infidelidad o abuso de su marido. Esta Llorona también poseía ciertos poderes sobrenaturales para castigar a quienes se burlen de su tragedia o no se muestren temerosos de sus lamentos, pues tenía características de bruja: podía hipnotizar a los hombres con su llanto, por ejemplo, especialmente a los que volvían solos del trabajo o de alguna farra en cantinas locales.
Quienes eran encantados por la Llorona solían perder la conciencia y despertaban horas después, con el frío de la mañana siguiente. Amanecían junto al río y sin sus pantalones, por lo general, pues solían ser abusados sexualmente por ella en su afán de ser madre otra vez, cosa imposible para un espíritu ya descarnado. La terrorífica mujer solía atacar también en los llamados Bajos del Diablo, sector por donde se estableció alguna vez el Club Bajos de Matte. Decían que solía esconderse entre los sauces para arrojarse sobre los borrachines solitarios, como los que venían de un bar llamado El Chundo.
En una de aquellas macabras andanzas, la Llorona comenzó a vagar por las calles de la Población Rengifo, construida en los años sesenta hacia el poniente del centro de la pequeña ciudad y cerca del camino a la vecina localidad de Maipo, en donde había existido antes una cancha de tenis y la sede del desaparecido Club Real Deportivo Español, famoso lugar de kermeses y actividades sociales de la colonia española allí residente. Fue durante la década siguiente que comenzó a circular esta leyenda sobre lo sucedido en aquella noche.
A pesar de que ya era muy tarde, varios niños de la villa jugaban en la pequeña plaza del vecindario, entre las calles Prat, Ecuador, Uruguay y Argentina, muy cerca de donde está la Capilla San José. Como era esperable, los infantes escaparon despavoridos cuando vieron esa terrorífica imagen de la mujer espectral paseando entre los senderos y árboles. Sin embargo, uno de ellos, un valiente chiquillo pelusa que no se dejaba amedrentar, se quedó en su lugar y permaneció parado desafiante ante la Llorona, comenzando a insultarla y ofenderla. Quizá seguía con esto la vieja creencia popular de que, increpando con rudeza a los fantasmas, se los puede expulsar de algún sitio.
Pero la Llorona no era como todas las almas en pena: iracunda por tal insolencia, castigó la valentía y temeridad del muchacho maldiciéndolo en el acto y convirtiéndolo en aquella piedra con aspecto de monolito derrumbado, que solidificó la última forma y actitud en que estaba el niño, como si estuviese de brazos cruzados. La piedra permanece allí en la plaza desde aquella noche, como frío y mudo testimonio de la traumática experiencia.
Una pequeña nota sobre el caso publicada en la gaceta "El Buinense" de mayo-junio 2016, señala que la piedra de marras podría corresponder a una roca que fue llevada al lugar desde el lecho del Maipo por un grupo de vecinos en los años setenta (u ochenta, diríamos), como una labor de participación comunitaria para el programa de televisión "Ayúdeme Ud. Compadre" de TVN, ayudados por un camión que dispuso la producción para tal desafío. En efecto, la roca muestra desgaste y erosión propios de las grandes piedras en cauces de aguas. Agrega la nota que habría sido un poeta local el que inventó la historia del niño víctima de la Llorona, creando así la pintoresca historia.
La Llorona, en tanto, sigue apareciéndose por el barrio y sus alrededores. Lo hace de cuando en cuando según la misma leyenda, pero de preferencia en la medianoche.
Bibliografía:
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Amory, Dean (recopilador): "Las principales leyendas, mitos, historias y cuentos de Chile". Editorial Edgar Adriaens, Bélgica - 2013.
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Autor no Identif: "La piedra de la Rengifo" (nota), periódico "El Buinense" N° 123 de mayo-junio de 2016. Municipalidad de Buin, Buin, Chile - 2016.
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Autor no Identif: "Leyendas de Buin" (artículo), sitio web Buin, Chile - Sin fecha.
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