EL PUEBLO DE LAS CABEZAS

 

Una masacre tiñó de sangre en tiempos de la Conquista al antiguo oasis de Atacama La Alta, por  donde está San Pedro de Atacama con el majestuoso volcán Licancabur como telón de fondo. Fue un episodio que dejó una marca de terror y acaso maldición allí, sobreviviendo a los siglos.

El adelantado Diego de Almagro había pasado por la zona de la cuenca del río Loa en 1536, acampando por poco más de dos semanas en el antiguo poblado de indígenas atacameños del lugar. Su partida se dio en medio de agresiones y enfrentamientos, anticipando la mala relación entre nativos y advenedizos. Posteriormente, tendrá ocasión la llegada de Francisco de Aguirre a los mismos caseríos en 1540, aguardando para que don Pedro de Valdivia arribara al lugar, cosa sucedida recién hacia junio de aquel año.

La espera de Aguirre iba a ser larga, cercana a dos meses, por lo que los problemas reaparecerían: los nada sumisos indígenas de la zona, como súbditos leales al poder incásico, estaban reacios a la llegada de más hispanos pues era conocida la caída del Cuzco en sus manos y la muerte de Atahualpa, en 1533. Los ánimos y enconos podían más y así comenzó un nuevo enfrentamiento con los habitantes de este lugar en medio del desierto y ubicado en el famoso Camino del Inca, con un centro administrativo en un gran pucará con aspecto de ciudadela, vecino a la aldea.

Decidido a poner fin a las hostilidades y hacer escarmentar a los atacameños, Aguirre tomó posesión del pucará en donde residía la mayor parte de ellos: aplastó con rudeza a los rebeldes y ordenó la decapitación de los principales jefes de la revuelta, muchos de ellos notables de la población licán-antay. Los cálculos más altos hablan hasta de tres centenas de degollados en este azote tan traumático como efectivo: las ejecuciones y la exhibición de las cabezas cortadas apagaron los ánimos guerreros de los locales y el oasis estaba pacificado a la llegada de Valdivia. Así describía este episodio el cronista Jerónimo de Quiroga en el "Compendio histórico de los más principales sucesos de la conquista y guerras del Reyno de Chile", de ese mismo siglo:

En este valle de Atacama halló don Pedro a un capitán Francisco de Aguirre, con 14 soldados en un fuertecillo, haciendo hostilidad en los indios de los contornos, en castigo del mal término que tuvieron con don Diego de Almagro cuando retirándose le degollaron a los cuzcos y a algunos españoles, por cuyo delito había quitado las cabezas a más de 300 indios y coronado con ellas el fuerte, llamado por esta causa De las Cabezas; con cuya demostración temblaban aquellos bárbaros del nombre de Aguirre...

Ni bien Valdivia dio su primer paso en la actual San Pedro de Atacama, Aguirre puso al corriente de lo sucedido en la fortaleza y le mostró 25 cabezas de ejecutados, como testimonio de aquello. En aquel momento, don Pedro venía desde Chiu-Chiu en la Atacama La Baja, bordeando al río Loa, lugar en donde estableció otro campamento español y, además, sobrevivió al intento de asesinarlo organizado por Pero Sancho de la Hoz. Ahora podía arribar y evangelizar a Atacama La Alta con la tranquilidad de que cualquier gran rebelión habría sido sofocada por anticipado.

Por su lado, los indígenas de la zona nunca pudieron sacar de su memoria el recuerdo de aquel castigo, haciendo circular en el tiempo algunas historias sobre aparecidos o gritos de horror y dolor de los decapitados, que se contaban en la intimidad de sus moradas. El antiguo fuerte cayó en decadencia y acabó reducido a escombros y muros de piedra, erosionados por el peso del tiempo y de lo allí sucedido. El escritor Salvador Reyes sugiere algo al respecto en sus "Andanzas por el desierto de Atacama", aunque sin entrar en detalles: "Hay quienes dicen que los actuales atacameños no han olvidado este triste episodio. Se cuentan historias... Se habla en voz baja en el desierto, por las noches, cuando la luna destaca la mole tutelar del Licancabur...".

Por largo tiempo continuaron llamando Pueblo de Las Cabezas a aquel lugar maldito, escenario del masivo y sanguinario escarmiento. Esto aparece reseñado también por el cronista Gerónimo de Bibar en su "Crónica y relación copiosa y verdadera de los Reynos de Chile". Y todo indica que este sitio era el conocido Pucará de Quitor y su desaparecida aldea. Sus ruinas aún existen en la ladera de un cerro a unos cuatro kilómetros de San Pedro de Atacama, en la ribera sur del río San Pedro, constituyendo otro de los innumerables atractivos turísticos y culturales de la zona.

Bibliografía:

  • Bibar, Gerónimo de: "Crónica y relación copiosa y verdadera de los Reynos de Chile". Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina, Santiago, Chile - 1966.

  • Plath, Oreste: "Geografía del mito y la leyenda chilenos". Editorial Grijalbo, Santiago, Chile - 1994.

  • Quiroga, Jerónimo de: "Compendio histórico de los más principales sucesos de la conquista y guerras del Reyno de Chile hasta el año 1656 sacados del manuscrito del maestre de Campo Don Gerónimo de Quiroga". Blas Román, Madrid, España - 1789.

  • Reyes, Salvador: "Andanzas por el desierto de Atacama". Editorial Zig-Zag, Santiago, Chile - 1969.

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